Palabra y «areté» en la poesía homérica

Un acercamiento a los orígenes de la estética en Occidente

  • José Jiménez

Resumen

Cuando, en el canto XXII de la lliada, se produce el encuentro de Héc­tor con su destino: morir a manos de Aquiles, toda una concepción del mundo y de la vida queda plásticamente fijada ante nuestros ojos. La soledad del guerrero ante la muerte cobra un último sentido en el gesto noble, en un comportamiento merecedor del reconocimiento de los hombres futuros: «Cumplióse mi destino. Pero no quisiera morir cobardemente y sin gloria; sino realizando algo grande que llegara a conocimlento de los venideros.» Tanto la Iliada como la Odisea fijan en el terreno simbólico en la estiliza­ción estética de la figura del guerrero, unos ideales antropológicos que cons­tituyen la raíz más profunda de la cultura griega. El propósito del aedo, del poeta de la Grecia arcaica, no es otro que fijar en la memoria, utilizando el soporte de la palabra poética, las gestas o hazañas de los hombres y los dio­ses

Publicado
1988-06-30