Una buena persona
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Resumen
Cuando pretendemos educar moralmente a las futuras generaciones, parece necesario contar con un modelo previo de lo que entendemos por buena persona que será el que oriente nuestra intervención pedagógica. En una sociedad democrática hace falta un modelo que implique algunas características suficientemente definidas y claras, pero que al mismo tiempo deje la posibilidad de que distintas formas de enfocar la vida moral encuentren cabida y cada persona pueda desarrollar su propia visión de la ética.
Partiendo de una concepción también abierta de la ética y de la personalidad, parece adecuado considerar que una buena persona es aquella que ha logrado un equilibrio creativo en tres dimensiones: las puramente cognitivas, que le permiten razonar bien en los problemas morales; el conjunto de conocimientos pertinentes al ámbito en el que se desenvuelve nuestra actividad moral; y por último, las dimensiones afectivas que configuran una persona dotada de sensibilidad moral y de fuerza personal suficientes como para llegar a ser quienes son.