Una buena persona

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Félix García Moriyón

Resumen

Cuando pretendemos educar moralmente a las futuras generacio­nes, parece necesario contar con un modelo previo de lo que entende­mos por buena persona que será el que oriente nuestra intervención pedagógica. En una sociedad democrática hace falta un modelo que implique algunas características suficientemente definidas y claras, pero que al mismo tiempo deje la posibilidad de que distintas formas de en­focar la vida moral encuentren cabida y cada persona pueda desarrollar su propia visión de la ética.
Partiendo de una concepción también abierta de la ética y de la personalidad, parece adecuado considerar que una buena persona es aquella que ha logrado un equilibrio creativo en tres dimensiones: las puramente cognitivas, que le permiten razonar bien en los problemas morales; el conjunto de conocimientos pertinentes al ámbito en el que se desenvuelve nuestra actividad moral; y por último, las dimensiones afectivas que configuran una persona dotada de sensibilidad moral y de fuerza personal suficientes como para llegar a ser quienes son.

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