¿ Cabe aún pensar el futuro?
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Resumen
La nueva situación del mundo, producto de los acontecimientos de las últimas décadas, nos debe hacer pensar de nuevo la herencia de las tradiciones ilustradas. Queda así clara la necesidad de rechazar el progresismo, por su cercanía a una visión del hombre y de la historia propia de los totalitarismos. Pero el rechazo del progresismo no puede conllevar el simultáneo rechazo de la utopía, si entendemos ésta adecuadamente. La utopía no es el utopismo, que éste sí está cercano a las concepciones totalitarias, sino el anhelo de lo que nos es debido, de la humanidad del hombre, el anhelo de más humanidad por amor a la humanidad ya encontrada. La utopía no se da en desconexión con la historia, sino que ya ha brillado en la historia en las grandes obras del espíritu humano en las que el hombre descubrió su dignidad. Por eso hay que seguir persiguiendo la utopía, es decir, buscando la realización de la humanidad y de la justicia, sin aceptar la tesis, totalitaria también en el fondo, de que hemos llegado al fin de la historia. Este concepto es un concepto teológico, que no tiene aplicación política. La política debe perseguir la justicia y debe discutir democráticamente los medios para alcanzarla, sin pretender apoderarse de la historia, sin querer cerrar el futuro. El futuro es siempre abierto.