Presentamos en este artículo una experiencia, actualmente en curso sobre Didáctica de la Filosofía. Aparentemente, una más de las muchas que en el campo de la «interdisciplinariedad» se están realizando en diversos lugares y en torno a diversas materias. Pero es en la enseñanza donde las ventajas de una integración multidisciplinar se hacen sentir más acuciantes. Y de modo particular en el nivel medio en el que nos encontramos. Intentar captar, en un momento dado, la globalidad de lo real se nos aparece como un hecho educativo de la máxima importancia. Se trata de buscar en la praxis de la didáctica filosófica recursos que nos ayuden a comprender mejor la relación «ascendente» de una época determinada con su filosofía y «descendente» de la filosofía con su época. Por ello, creo necesario, para entender la experiencia y sus límites, explicar brevemente los presupuestos ideológicos desde los que hay que entender la interdisciplinariedad propia de la Filosofía.
